VALTOSTAO

BODEGA FUNDADA EN 1957




     En  VALTOSTAO contamos con más de 60 hectáreas de viñedo de la variedad “Tinta del País” o “Tempranillo”. Más de 50 hectáreas están ubicadas en el término municipal de Pedrosa de Duero, que incluye a Boada de Roa, Valcabado de Roa, Guzmán y Quintanamanvirgo. Además, el 80% de la uva que entra en la bodega, procede de un radio de 5 km alrededor de la bodega. Actualmente nos movemos en torno a los 400.000 kilos de uva.

La principal característica de las viñas, es su tamaño, muchas no llegan a la hectárea, y debido a su edad, son viñedos formados en vaso, por lo que apenas conllevan la mecanización de las labores. 30 hectáreas de viñedo tienen más de 50 años, y encontramos viñedos plantados a mediados del siglo XX, años 40 y 50, unos pocos con más de 80 años.

Estamos a una altitud entre 800 y 900 metros. La orografía es suave, con pequeñas ondulaciones. Los suelos están entre areno-arcillosos y franco arcillo arenosos, de colores ocres y rojizos; y con gran cantidad de caliza. El suelo le confiere unas características determinadas a la uva, pero no es el factor determinante, influyen además otros factores. No hay un suelo mejor que otro, ya que la vid es una especie muy rústica, que se adapta casi a cualquier tipo de suelo.

El clima se puede considerar meso-mediterráneo, el cual se caracteriza por primaveras fugaces  y aridez estival. Los inviernos fríos, hacen que la planta esté en reposo durante 4 meses, comenzando su actividad cuando la temperatura del suelo alcanza los 10 grados (cerca de primavera). El clima es uno de los aspectos que más condicionan el desarrollo de la planta y por consiguiente, la uva obtenida.


Los momentos claves a lo largo del ciclo de la vid, son:

-          Desborre: brotación, momento en el que de la yema salen lo que será el tallo, las hojas y las flores.

-          Floración.

-          Cuajado: las flores han sido fecundadas y dan lugar a la baya (fruto o uva).

-     Envero: la vayas comienzan a colorearse, comienzan a transformar los distintos compuestos en azúcares, disminuyendo así la acidez de la baya.

Por último, para establecer el inicio de la vendimia, no todos los viñedos maduran igual, por lo que hay que conocer el índice de maduración, en el que se establece un equilibrio entre azúcares y acidez de la baya principalmente.  Tradicionalmente la vendimia se realiza en la primera quincena de octubre, siendo el Pilar el momento de mayor actividad. Ocasionalmente, y por efecto de las condiciones meteorológicas a lo largo del ciclo, se puede adelantar a finales de septiembre. 

El cuidado de la viña comienza en los instantes siguientes a la vendimia. Una vez vendimiada, la cepa va perdiendo su color verde, pasando a tonos rojizos. Es lo que se llama el “agostamiento” de la cepa.

En ese momento, lo que ocurre en la planta, es una movilización de las reservas que tiene en la hoja, hacia la parte subterránea, hacia las raíces. Este proceso se debe respetar, puesto que de esas reservas acumuladas, dependerá la planta para poder llevar a cabo una brotación óptima tras el invierno.

En invierno, mientras la cepa está en parada vegetativa, procederemos a llevar a cabo la poda en seco, para eliminar los sarmientos del anterior ciclo. Se realiza con unas tijeras de podar, más o menos fuertes, y evitaremos realizar cortes y heridas que puedan dañar a la cepa, ya que pueden servir de puerta de entrada de distintas enfermedades. Las cepas que puedan estar enfermas se podarán por separado.

Una vez que ha brotado la cepa, y cuando los pámpanos o ramas han crecido unos 10-15cm, procederemos a la poda en verde. Aquí en Pedrosa y alrededores, lo llaman “estallar”. Consiste en eliminar algunos de los tallos que crecen en distintos puntos de la cepa, para mantener sólo 2 tallos por cada pulgar, para eliminar un exceso de uva y asegurar una buena calidad y una buena maduración del fruto.

Debemos mantener controladas las malas hierbas, ya que pueden ser competencia de la propia cepa, o alojar a posibles plagas y enfermedades que afecten a la vid.

Podemos realizar un deshojado, eliminando hojas para favorecer la maduración del racimo, haciendo que le llegue más luz del sol, evitando además que se acumule humedad cerca del racimo y el consiguiente riesgo de sufrir pudriciones. Tampoco podemos excedernos quitando hojas.

También se puede realizar un desnietado, eliminando racimos formados con posterioridad y que hacen que se retrase la maduración de los racimos principales.

Realizaremos por último, un aclareo de racimos, eliminando a finales de agosto, algunos racimos, ya sea para disminuir la carga y cumplir con el límite del Consejo de 7000Kg por hectárea, o para eliminar racimos que por lo que sea, no han madurado o no van a terminar de madurar.

En cuanto a control de enfermedades, ya desde la brotación, hay que evitar la presencia de ácaros en las yemas. A lo largo del ciclo, realizaremos tratamientos contra la acción de los hongos en función de las condiciones meteorológicas que pueden propiciar su aparición. En septiembre, evitaremos realizar tratamientos puesto que la vendimia está próxima.